EL LIBRO
NO DEBE MORIR
El libro
no debe expirar. Es obligación moral para nosotros, como humanidad, que no
quede en el olvido.
Las nuevas
tecnologías, los resúmenes , van en desmedro del libro con lomo, tapa, papel
amarillo y letras impresas en dorado en esa cubierta. ¡ Mi amado libro cosido a
mano! ¡ Si te habré hecho el amor!
No es lo
mismo leer un patrimonio cultural de la humanidad en la computadora que
tocarlo, mimarlo, colocarlo debajo de la almohada y acariciar sus hojas
numeradas ¿ Y su olor a tiempo? El libro
tiene olor. Olor a superarse, olor a aventura secreta, olor a misterio de
Ágatha Christie, olor a adolescencia femenina de Mujercitas por Louisa May
Alcott.
Por otro
lado , ¿ se imaginan cómo se sentiría Cervantes si supiese que las futuras
generaciones leerán fragmentos, tan sólo fragmentos, de El Quijote en formato
PDF?
No puedo
imaginar su pupitre de Bachiller en el Siglo de Oro español del Renacimiento,
en aquélla Universidad de Salamanca, contrastado con una netbook.
Por otra
parte, sé que Gabriel García Márquez no me perdonará que haya leído El amor en
los tiempos del cólera en la computadora y que Aristóteles dirá que soy una
pobre mujer en espíritu, por bajar la Poética de internet y leerla de ese modo.
¿ A
cuántos grandes escritores debemos pedirles perdón por no acariciar las hojas
de una edición y leerla mediante las nuevas tecnologías?
Llamado de
emergencia: ¡ el libro no debe morir!