viernes, 3 de abril de 2015

Altar de la codicia



Una flor amarilla
de envidia
no puede acabar con una historia.
Ni pueden los Pirineos
desparecer
por un piloto psicópata.
Así,
no puede acabar
nuestro amor
por tu expresa voluntad,
o porque te creas muy influenciable.
Recuerda que hasta
que la muerte nos separe
dijo Dios en el altar,
y tú no eres Dios,
pero sí un altar:
el de la codicia,
a la mujer ajena
y un monumento
a la locura
insuperable.

Las relaciones sexuales



Las relaciones sexuales,
son una morada eterna,
un caballo sin galope,
un marinero a la distancia,
un árbol
que se desnuda
cuando
viene el otoño,
un gato con
panza
que se revuelca
en la cama,
unos pies para besar,
unas rosas que cortar,
y un amor que nunca olvidar,
porque siempre
te acompañará
el resto de tus días.
En las relaciones sexuales,
el amor se hace carne,
se hace pescado
y se hace carne de gallina.
Por carne de gallina,
se teme a su pérdida.
Y tanta es la riqueza
que se recibe de él
que los que mueren,
sin haber recibido,
ni haber
tocado,
ni haber
besado
el guante
de su mano,
realmente
ha sido
infructuosa
su existencia
en esta tierra.