Una flor amarilla
de envidia
no puede acabar con una historia.
Ni pueden los Pirineos
desparecer
por un piloto psicópata.
Así,
no puede acabar
nuestro amor
por tu expresa voluntad,
o porque te creas muy influenciable.
Recuerda que hasta
que la muerte nos separe
dijo Dios en el altar,
y tú no eres Dios,
pero sí un altar:
el de la codicia,
a la mujer ajena
y un monumento
a la locura
insuperable.
de envidia
no puede acabar con una historia.
Ni pueden los Pirineos
desparecer
por un piloto psicópata.
Así,
no puede acabar
nuestro amor
por tu expresa voluntad,
o porque te creas muy influenciable.
Recuerda que hasta
que la muerte nos separe
dijo Dios en el altar,
y tú no eres Dios,
pero sí un altar:
el de la codicia,
a la mujer ajena
y un monumento
a la locura
insuperable.