Sospechas por el perfume

Sospechas por el perfume

   Como Estela no recordaba el gusto de su concubino a usar perfumes caros, sintió que Ricardo escondía algo, no solo al ver en los bolsillos de los jeans los pequeños tikets de perfumerías Pigmento, sino al oler los vestigios que no lograban sacar el jabón.
  Ricardo estaba aburrido de Estela.
  Conoció a una scort y empezaron a salir . . .
  Apenas terminó el primer y único acto sexual, usó perfumes eternamente.
  Pero no como sospechaba su pareja.
  Sino por el asco que le produjo tocar un cuerpo, penetrar un alma, que no eran ni su historia ni su territorio al que estaba acostumbrado. El asco de lo nuevo y rápido.

Poema a la nada misma

Poema a la nada misma

Yo sé que vienes a buscarnos.
Te combatimos con concubinatos y matrimonios.
Con embarazos o mascotas.
Con billeteras cargadas para los shoppings.
O para la concesionaria.
Te combatimos con el fútbol.
Con un analítico completo.
Te combatimos con poemas,
mandalas,
tejido,
cocinando,
comiendo,
en el hipódromo,
en el bingo,
en el gimnasio,
en la iglesia,
con la guitarra,
con la raqueta,
con el box
golpeando un saco.
Somos guerreros de la nada.
Dale tu cena a un pobre
todas tus noches.
Y la nada
desaparecerá
del diccionario.

Mi deixis

Sin importar los que los astros quisiesen que ocurriere, él encontraba la paz que no había en todo el mismísimo vaticano, apoyado en su pecho. En esas dos montañas blancas, santas y vírgenes de prole. Ella no comprendía desde su deixis que inventaba, semejante adoración inaudita. Sucedía que el ser, el lugar y el tiempo de ella no era el mismo representamen que se hacía él. En otras palabras, ella no creía que estaba hecha para ser amada tanto.