Pestañeé

Eran tres niños. Dos varones y una nena
Corrían por el césped. No es mentira. Es bien real. Yo los vi. Eran los hijos de Walter y míos. Hoy, veintiocho de abril, a las cuatro y media de la tarde estaban ya aquí. Habían vuelto del Jardín. Ya tomaron la leche con galletitas.
Eran nuestros hijos.
Son Milagros, Caleb y Coralina.
Los tres que planeamos tener.
Entonces, pestañeé.
Y vi a los tres cachorros . . . y la Profecía de mi ángel de la Guarda la dí por recibida.

Los huesos y los pájaros

  Y cuando él apoya si cabeza en el pecho de ella, un arco iris se prepara para habitar en el pecho de ambos.
   Y una codorniz pide permiso para instalarse en medio de los pechos de hombre y mujer. Él se lo otorga. Y ella le dice al ave, que sea feliz, que arme su nido en la cama. Y la cama, pasados cien años, se llenó de generaciones de aves evolucionadas, que tapó el esqueleto de ellos. Huesos con vuelo fueron.
   Y la cama se llenó de pájaros.
Y cada uno pico un hueso de los esqueletos y se los llevaron a los árboles.
Y ese matrimonio vivió siempre en cada color de las hojas, según pasaban las estaciones.