miércoles, 31 de diciembre de 2014

Segundo cuento erótico

Segundo cuento erótico
- ¿ Te gustan mis pechos?
Asintió con la cabeza.
- ¿ De verdad?- le dijo al maduro hombre en aquel rincón poco iluminado con estructuras renacentistas.
- Me lo vas a tener que demostrar . . .- le dijo la joven.
Lentamente se desprendió la camisa.
Rápidamente en un raptus, el señor le desprendió el corpiño sencillamente blanco y de baja calidad
Pero ella no era vulgar como el corpiño. Tampoco sus senos, pues éstos eran grandísimos, naturales, jugosos, apetecibles como que Islandia es blanca, como aquella piel de los senos . .
Él se inclinó hasta el pezón . . . lamió primero, succionó después.
Como aquéllo era un cántaro de miel con migas de pan, abrió su boca y se lo introdujo casi todo.
Nada más que ella, al correr su largo cabello hacia un costado dejó caer el enorme crucifijo con el rosario entre los dos pechos.
El sacerdote se espantó. Soltó de la boca el seno. Recordó la definición de pecado, según la liturgia. . . y corrió fuera de aquella parroquia. . . sin rumbo . . . por los bosques.