La infidelidad
Príncipe mío, cuando la infidelidad toque mi puerta, yo no
le abriré. Puede que me asome por la mirilla para ver la desolación que
conlleva, mas yo no le abriré. Eres tú agua de mar y no de riachuelo. Yo no le
abriré. Eres tú el oro de la alianza de entregar el mismísimo corazón como en
la época de los aztecas. Yo no le abriré. Soy el éter que habita tu alma, sin
forma definida, por lo tanto no seguiré al estereotipo: ¡ yo no le abriré!
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