Los infiernos y la luz
Hay una carita dulce que te mira a diario: es la de tu madre
o cónyuge, cuando duermes o llegas del trabajo, o te alcanza al lecho un plato de cordero con crema, con suma
delicadeza ,en una mesita.
Hay una luz en esos
ojos que te alumbrarán por siempre en que los tengas en tu mente. Esa luz se
mezcla con el aire del que están compuestas las células de tu alma. Con esa luz
conocieron la envidia por primera vez los ángeles. Con esa luz, Dios se puso a
crear los mares del Índico.
Hay un fuego de parte de los ojos de tu madre o cónyuge,
además de luz. En los de tu madre, el fuego de la protección ante cualquier mal
que te pudiera acontecer. El fuego de la fidelidad que tu madre a veces no
comparte con tu cónyuge anterior.
Hay fuego en los ojos de tu pareja cuando te acerca al lecho
nupcial, además del plato del cordero con crema en una mesita, la pasión más
calurosa que el mismísimo Caribe.
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